Esta retórica belicista acompaña y refuerza la presión militar que Washington ejerce en el Caribe.
El congresista Mario Díaz-Balart fue particularmente tajante al afirmar que a Maduro le quedan "tres caminos".
En una entrevista, detalló sus opciones: "la primera opción que todavía le queda un poco de tiempo y es que se largue ya; la segunda es acabar como Noriega y pasar en una cárcel norteamericana el resto de su vida; y la tercera es acabar como Soleimani, que básicamente es acabar en polvo en una bolsa plástica". Por su parte, el senador de origen colombiano Bernie Moreno advirtió directamente a Maduro que "debería dormir con los ojos abiertos" y que "sales vivo o sales muerto". El recién posesionado secretario de Guerra, Pete Hegseth, declaró que Maduro "tiene muchas decisiones que tomar" y que Estados Unidos está preparado para "usar nuestro poder para destruir a los narcoterroristas". Un reportaje de The New York Times, citado en uno de los artículos, indica que el secretario de Estado, Marco Rubio, está "preparando lo que podrían ser las acciones militares más importantes del segundo mandato del presidente Trump" y que "el objetivo es Venezuela". Estas declaraciones, sumadas a las del general retirado Michael Flynn, quien afirmó que a Maduro "le queda poco tiempo", consolidan una narrativa de amenaza inminente desde Washington.