Esta puesta en escena busca proyectar dureza para el consumo interno en EE.
UU. y enviar un mensaje de disuasión a adversarios regionales y globales. Otros análisis profundizan en la idea de que la ofensiva marítima de Trump busca restaurar el dominio de Estados Unidos en los mares, una prioridad ante el crecimiento del poderío naval y comercial de China. En este sentido, el Caribe se convierte en un escenario estratégico para demostrar capacidad militar en una zona de influencia histórica, reviviendo la visión del capitán Alfred Mahan de convertirlo en el 'mare nostrum' estadounidense. Esta perspectiva se alinea con el resurgimiento de la Doctrina Monroe y la política del 'garrote', donde Washington se posiciona como el árbitro de la región. La tensión con Venezuela, por tanto, no sería un fin en sí mismo, sino un medio para consolidar el control estadounidense en su 'patio trasero' y contrarrestar la creciente influencia de potencias como China y Rusia en el continente.