La escalada de tensión militar en el Caribe ha provocado importantes reacciones de líderes de América Latina, especialmente de los presidentes de Colombia y Brasil, quienes han expresado su preocupación y han fijado posturas claras frente a una posible intervención en Venezuela. Estas declaraciones reflejan el impacto regional del conflicto y la búsqueda de una salida diplomática. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha sido enfático en su rechazo a una solución militar. Aseguró que 'Colombia no prestará su territorio para ninguna invasión de un país vecino' y advirtió que una intervención en Venezuela podría arrastrar a Colombia a un conflicto similar al de Siria.
Petro ha insistido en la necesidad de diálogo entre los venezolanos y ha condicionado la cooperación con Estados Unidos en la lucha antinarcóticos al respeto del derecho internacional, afirmando que 'si lo rompe, toca rehacer nuestra colaboración'. Por su parte, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, criticó la presencia militar estadounidense durante la cumbre de los BRICS, calificándola como un 'factor de tensión' en la región. El gobierno brasileño también emitió un comunicado repudiando la 'amenaza de Estados Unidos de usar sanciones económicas o fuerza' en el contexto del juicio al expresidente Jair Bolsonaro, lo que demuestra la sensibilidad de Brasilia ante lo que percibe como injerencia estadounidense en asuntos sudamericanos. Estas posturas de los dos países más grandes de América del Sur indican una clara preferencia por soluciones pacíficas y un rechazo a la desestabilización militar en la región.
En resumenLíderes clave de América del Sur, como Gustavo Petro y Lula da Silva, han manifestado su oposición a una intervención militar en Venezuela, abogando por el diálogo y el respeto al derecho internacional, lo que evidencia la preocupación regional por la política de fuerza de Estados Unidos.