Un ataque militar estadounidense contra una embarcación presuntamente venezolana en el Caribe, que resultó en la muerte de 11 personas, ha generado un grave conflicto de narrativas entre Washington y Caracas. El incidente es uno de los puntos más violentos en la reciente escalada de tensiones y ha suscitado dudas sobre la legalidad de la operación. El presidente Donald Trump anunció que la fuerza naval de su país atacó una lancha con 11 personas a las que calificó de 'narcoterroristas' del Tren de Aragua, afirmando que la embarcación transportaba drogas con un valor estimado entre 100 y 150 millones de dólares. La Casa Blanca defendió la operación como un acto de 'autodefensa colectiva' dentro de las normas de conflicto armado.
Sin embargo, el gobierno venezolano contradijo esta versión. El ministro Diosdado Cabello admitió el ataque pero negó rotundamente que los ocupantes tuvieran vínculos con el narcotráfico o el Tren de Aragua, calificando el hecho como un 'asesinato contra un grupo de ciudadanos'. A esta denuncia se sumó el presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien también lo tildó de 'asesinato'. La controversia se intensificó con un reporte de The New York Times, que, citando fuentes militares, sugirió que la embarcación habría intentado maniobrar en retirada tras detectar un avión de vigilancia, lo que contradice la justificación de una amenaza inminente. La ONU también expresó su preocupación, advirtiendo que la lucha contra el narcotráfico no justifica ejecuciones extrajudiciales.
En resumenEl ataque letal de Estados Unidos a la embarcación venezolana es un punto de inflexión en la crisis, con Washington defendiendo una acción antiterrorista legítima y Caracas denunciando un 'asesinato', mientras surgen informes que cuestionan la versión oficial estadounidense.