Esta presencia militar es el telón de fondo de la escalada de tensiones recientes. En las últimas semanas, Estados Unidos ha movilizado una considerable fuerza militar al sur del Caribe, cerca de las costas venezolanas. El despliegue incluye al menos ocho buques de guerra equipados con misiles, un submarino de propulsión nuclear y el envío de diez aviones de combate F-35 a una base en Puerto Rico. La justificación oficial de la Casa Blanca es la lucha contra el narcotráfico internacional, enmarcada en la acusación contra el presidente Nicolás Maduro de liderar el 'Cartel de los Soles'.
Sin embargo, esta movilización es interpretada por Caracas como un 'asedio' y una estrategia para propiciar un 'cambio de régimen'. Analistas citados en los artículos describen la operación como un ejemplo de 'militarismo performativo', un espectáculo diseñado para exhibir fuerza y alimentar titulares. El secretario de Guerra estadounidense, Pete Hegseth, visitó a las tropas y les recordó que no están en un 'ejercicio de entrenamiento' sino en una 'operación real'. Esta demostración de poderío naval, la mayor en la región desde la década de 1980, ha sido calificada como 'desproporcionada' por países como Colombia y ha generado preocupación en líderes como Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, quien la considera un 'factor de tensión'.