Mientras que países como Trinidad y Tobago y Francia (a través de Guadalupe) han ofrecido apoyo a la operación estadounidense, otros gobiernos han manifestado su inquietud. El gobierno de Puerto Rico, por su parte, se ha visto envuelto en la polémica, con su gobernadora, Jenniffer González, acusando a Maduro de enviar droga a la isla, lo que provocó una dura respuesta del líder venezolano. La crisis ha obligado a los países de la región a tomar posición, evidenciando las divisiones y alianzas en el hemisferio.

El temor generalizado es que un incidente menor pueda desencadenar un conflicto de mayores proporciones, con graves consecuencias humanitarias, económicas y de seguridad para toda América Latina y el Caribe.