Esta estrategia busca deslegitimar al régimen y cortar sus fuentes de financiamiento, proporcionando una justificación legal para sus acciones en el Caribe. El gobierno de Estados Unidos ha formalizado su acusación de que Nicolás Maduro es el líder del “Cartel de los Soles”, una presunta red de narcotráfico integrada por altos funcionarios civiles y militares venezolanos. En agosto, la fiscal general Pam Bondi anunció que la recompensa por información que conduzca a la captura de Maduro se duplicaría, alcanzando los 50 millones de dólares, una cifra que supera la ofrecida en su momento por Osama Bin Laden. Esta medida lo califica como “uno de los mayores narcotraficantes del mundo” y lo designa como un objetivo de alta prioridad para la justicia estadounidense. Esta narrativa del “narcoterrorismo” es fundamental para la estrategia de Washington, ya que le permite enmarcar sus operaciones militares no como una agresión a un Estado soberano, sino como una acción policial internacional contra una organización criminal. Varios artículos señalan que esta construcción jurídica es la que habilita a Estados Unidos para justificar el despliegue naval y los ataques selectivos, como el ocurrido contra la lancha en el Caribe. La designación del Cartel de los Soles como organización terrorista y la millonaria recompensa son herramientas de presión que buscan erosionar la lealtad dentro del chavismo, incentivando posibles deserciones o traiciones a cambio de beneficios judiciales y económicos.
