Esta amenaza directa establece nuevas reglas de enfrentamiento y aumenta exponencialmente el riesgo de un incidente con consecuencias impredecibles. La advertencia de Trump se produjo el viernes 5 de septiembre, un día después del sobrevuelo de los F-16 venezolanos sobre un destructor estadounidense.
Durante una conferencia de prensa en el Despacho Oval, el mandatario fue contundente: "Si nos ponen en una posición peligrosa, serán derribados".
Dirigiéndose al general Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, Trump delegó la autoridad para tomar la decisión final a los comandantes en el terreno: "Yo diría que usted, o sus capitanes, pueden tomar la decisión sobre qué hacer". Esta declaración fue interpretada como una luz verde para una respuesta militar inmediata ante cualquier perceiveda amenaza, eliminando la necesidad de una consulta directa con la Casa Blanca en el momento de una posible confrontación. La amenaza fue reiterada en varios medios, subrayando que la administración estadounidense no toleraría más "maniobras provocativas". Esta postura endurece significativamente el conflicto, pasando de una guerra de palabras y sanciones a la posibilidad real de un enfrentamiento armado directo, lo que ha generado una gran preocupación en la comunidad internacional y en la región latinoamericana por las posibles consecuencias de una escalada militar.