Su gira también incluyó a México, donde buscó cerrar acuerdos de cooperación en la lucha contra el crimen organizado. La estrategia de Rubio parece ser la de construir un frente regional que apoye las acciones de Estados Unidos, justificando una posible escalada. En Quito, afirmó que "los gobiernos aliados nos ayudarán a encontrar a estas personas y a hacerlas estallar si es necesario", y en México insistió en que la "eliminación física" es la única forma de detener a los carteles. Esta retórica beligerante complementa las acciones militares en el Caribe y refuerza la idea de que la diplomacia de la administración Trump en la región se basa en la coerción y la construcción de alianzas para aislar a sus adversarios.