El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, se ha posicionado como una de las figuras centrales en la ofensiva de la administración Trump contra Venezuela, liderando una gira diplomática por América Latina y emitiendo duras declaraciones que elevan el tono de la confrontación. Su rol ha sido clave para consolidar alianzas regionales y reforzar la narrativa de Washington contra el gobierno de Nicolás Maduro. Durante su visita a Ecuador, Rubio se reunió con el presidente Daniel Noboa y la canciller Gabriela Sommerfeld, donde anunció que Washington designó a las bandas ecuatorianas 'Los Choneros' y 'Los Lobos' como organizaciones terroristas y prometió 13,7 millones de dólares en cooperación de seguridad. En este contexto, aprovechó para lanzar una de sus declaraciones más contundentes contra Maduro, afirmando que no es el líder legítimo de Venezuela, sino un "fugitivo de la justicia estadounidense", un "narcotraficante" y un "terrorista". Estas afirmaciones desafían directamente los llamados de la ONU al respeto del derecho internacional, con Rubio declarando que "no importa lo que digan las Naciones Unidas".
Su gira también incluyó a México, donde buscó cerrar acuerdos de cooperación en la lucha contra el crimen organizado. La estrategia de Rubio parece ser la de construir un frente regional que apoye las acciones de Estados Unidos, justificando una posible escalada. En Quito, afirmó que "los gobiernos aliados nos ayudarán a encontrar a estas personas y a hacerlas estallar si es necesario", y en México insistió en que la "eliminación física" es la única forma de detener a los carteles. Esta retórica beligerante complementa las acciones militares en el Caribe y refuerza la idea de que la diplomacia de la administración Trump en la región se basa en la coerción y la construcción de alianzas para aislar a sus adversarios.
En resumenMarco Rubio se ha convertido en el rostro de la dura política exterior de EE. UU. hacia Venezuela, utilizando su gira por América Latina para construir una coalición regional, endurecer la retórica contra Nicolás Maduro y justificar una estrategia de confrontación directa.