Frente a lo que califica como un "asedio" y una "amenaza directa" de Estados Unidos, el gobierno de Nicolás Maduro ha respondido con una estrategia dual que combina la movilización de fuerzas civiles y una campaña propagandística para proyectar normalidad y alegría. Maduro ha ordenado el entrenamiento y despliegue de la Milicia Nacional Bolivariana y, por segundo año consecutivo, ha decretado el inicio de la Navidad para el 1 de octubre. En respuesta al despliegue naval estadounidense, Maduro anunció jornadas de alistamiento y entrenamiento masivo, afirmando que 8,2 millones de personas están listas para defender el país. En un acto transmitido por televisión estatal, advirtió que si Venezuela fuera agredida, "pasaría a una etapa de lucha armada". Esta movilización de la milicia, un cuerpo civil armado y leal al chavismo, busca demostrar capacidad de resistencia popular y disuadir una posible intervención.
Paralelamente, Maduro ha recurrido a una táctica simbólica para contrarrestar el clima de tensión. Al decretar el inicio de las festividades navideñas el 1 de octubre, busca, según sus palabras, defender "el derecho a la felicidad" del pueblo venezolano e impulsar la economía y la cultura.
"Vamos a aplicar la fórmula de otros años que nos ha ido muy bien", expresó, en una medida que ya había utilizado en años anteriores durante momentos de crisis política o económica. Este gesto es interpretado por analistas como una estrategia para generar un ambiente festivo que distraiga de la crisis y de las tensiones externas, proyectando una imagen de control y normalidad. Mientras tanto, altos funcionarios como Diosdado Cabello continúan con un discurso desafiante, amenazando a la oposición interna y asegurando que el país debe estar preparado para la guerra.
En resumenLa respuesta de Nicolás Maduro a la presión de Estados Unidos combina la amenaza de una "lucha armada", materializada en la movilización de sus milicias, con gestos simbólicos como el adelanto de la Navidad. Esta estrategia busca tanto disuadir una agresión externa como controlar la narrativa interna, proyectando una imagen de resistencia y normalidad en medio de la crisis.