La tensión alcanzó un punto crítico cuando el Pentágono denunció que dos aviones F-16 venezolanos realizaron un sobrevuelo cercano al destructor USS Jason Dunham.

El Departamento de Defensa de EE.

UU. calificó la acción como una "maniobra provocativa" y una "demostración de fuerza innecesaria y peligrosa" diseñada para interferir con sus operaciones. Este incidente fue el catalizador para que Washington ordenara el despliegue de diez cazas F-35 a Puerto Rico y emitiera una advertencia directa de que cualquier avión venezolano que represente una amenaza será derribado. Por su parte, el gobierno venezolano defiende sus acciones como parte de la defensa de su soberanía, mientras que analistas ven en estas maniobras un intento de proyectar control y disuasión frente a la superioridad militar estadounidense.