“No importa lo que digan las Naciones Unidas”, afirmó Rubio, desafiando las críticas sobre la legalidad de las acciones estadounidenses.
En México, se reunió con la presidenta Claudia Sheinbaum para acordar la creación de un grupo de alto nivel contra el narcotráfico y el tráfico de personas. Rubio ha sido un defensor clave de la política de “máxima presión”, respaldando el despliegue militar en el Caribe y justificando el uso de la fuerza letal. Su retórica, en la que insiste en que la “eliminación física” es la única forma de detener a los cárteles, refleja la postura más agresiva de Washington y su rol como el principal arquitecto de la política hacia Venezuela, buscando alinear a los países de la región con su estrategia de aislamiento y confrontación contra el régimen de Maduro.