El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha calificado la movilización como “la amenaza más grande que se haya visto en el continente en los últimos cien años”, denunciando que los buques estadounidenses portan “1.200 misiles” que “apuntan hacia Venezuela”. La operación se enmarca en la política de “máxima presión” de Washington, que acusa al régimen chavista de liderar el “Cartel de los Soles” y de colaborar con organizaciones como el Tren de Aragua. Analistas señalan que este despliegue, el más grande en la región desde la invasión a Panamá en 1989, crea un escenario de alta volatilidad donde cualquier error de cálculo podría desencadenar un conflicto armado. La presencia militar sirve como telón de fondo para acciones más directas, como el ataque a una embarcación y las crecientes amenazas verbales entre ambos gobiernos, convirtiendo al Caribe en un epicentro de confrontación geopolítica.
