El despliegue de los F-35 Lightning II, considerados entre los aviones de combate más modernos del mundo, representa una escalada tecnológica y estratégica en el pulso militar que se vive en el Caribe.

Estas aeronaves, conocidas por su tecnología furtiva (stealth) que les permite evadir radares, se sumaron a la creciente presencia naval y aérea de EE.

UU. en la zona.

Fuentes oficiales confirmaron que los cazas estarían operativos la semana siguiente a su anuncio y se integrarían a las operaciones contra organizaciones calificadas por Washington como narcoterroristas.

El F-35 es descrito como un “computador volador armado”, con capacidad no solo para el combate aéreo, sino también para la guerra electrónica, pudiendo bloquear radares e interferir comunicaciones enemigas.

Su presencia otorga a Estados Unidos una ventaja táctica abrumadora.

El canciller venezolano, Yván Gil, calificó el envío de los F-35 como una amenaza directa, mientras que para la administración Trump, la medida es una demostración de fuerza necesaria para disuadir cualquier agresión y reafirmar el control estadounidense en un territorio de alta importancia estratégica.