El incidente ocurrió el 5 de septiembre, cuando dos aviones F-16 Block 15 de fabricación venezolana, datados de 1980, volaron cerca del destructor USS Jason Dunham. El Departamento de Defensa de EE. UU. denunció públicamente el hecho, calificándolo como una “demostración de fuerza innecesaria y peligrosa” diseñada para interferir en sus operaciones antinarcóticos.

Aunque un análisis militar estadounidense señaló que estas aeronaves carecen de capacidad ofensiva real y podrían ser derribadas a 70 kilómetros de distancia, la acción fue tomada como una grave provocación.

La respuesta del presidente Donald Trump fue inmediata y contundente.

En declaraciones a la prensa, advirtió directamente al régimen de Maduro: “Si nos ponen en una posición peligrosa, serán derribados”.

Informado sobre el incidente, Trump habría ordenado que el próximo sobrevuelo fuera abatido, estuviera armado o no.

Este encuentro directo entre las fuerzas armadas de ambas naciones marcó una escalada significativa, pasando de un despliegue disuasorio a una amenaza explícita de combate, lo que a su vez justificó el posterior envío de cazas F-35 estadounidenses a la región como medida de respuesta y contención.