Durante una gira por México y Ecuador, buscó forjar alianzas regionales para combatir el crimen organizado, vinculándolo directamente con Venezuela.

En Quito, no dudó en calificar a Maduro como un “narcotraficante”, “terrorista” y “fugitivo de la justicia estadounidense”, afirmando que “no importa lo que digan las Naciones Unidas”.

Esta retórica busca despojar a Maduro de su legitimidad como jefe de Estado para justificar acciones más drásticas.

Fue Rubio quien confirmó en redes sociales el “ataque letal” contra la embarcación en el Caribe, asegurando que era operada por una “organización narcoterrorista”.

Sus declaraciones a menudo preceden o acompañan a las acciones militares, funcionando como el brazo comunicacional de la ofensiva. El propio Maduro ha identificado a Rubio como el principal instigador de un posible conflicto, acusándolo de querer “manchar las manos de sangre al presidente Donald Trump” y de ser “el señor de la guerra”. Analistas consideran que la influencia de Rubio, un senador de Florida con una base electoral fuertemente anticomunista y antichavista, es determinante en la postura de la Casa Blanca, empujando una agenda de línea dura que ahora contempla abiertamente el uso de la fuerza militar como una opción viable.