En respuesta al despliegue militar estadounidense y las crecientes amenazas de Washington, el presidente Nicolás Maduro ha elevado el tono de su defensa, advirtiendo que si Venezuela es agredida, el país “pasaría a una etapa de lucha armada”. Esta declaración se acompaña de medidas concretas en el terreno, como la movilización de milicias civiles y el despliegue de tropas en zonas estratégicas. Ante lo que califica como “la más grande amenaza” en la región en un siglo, Maduro ha delineado una estrategia de “máxima preparación para la defensa”. En una rueda de prensa con medios internacionales, fue enfático: “Si Venezuela fuera agredida, pasaría inmediatamente al período de lucha armada en defensa del territorio nacional”.
Esta postura fue reforzada por el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, quien aseguró que el país “está preparado para luchar”. Como parte de esta estrategia, el gobierno chavista ha activado jornadas de entrenamiento y alistamiento para la Milicia Nacional Bolivariana, un cuerpo compuesto por civiles voluntarios.
Según el ministro del Interior, Diosdado Cabello, estos ejercicios buscan preparar a la población para la defensa del país.
Maduro afirmó que ya hay 8,2 millones de personas alistadas para defender la nación. Además, anunció la creación de la “Unidad comunal miliciana de combate” y el despliegue de 15.000 efectivos militares en la frontera con Colombia. Pese a la retórica bélica, Maduro también ha dejado una puerta abierta al diálogo, afirmando que “ninguna de las diferencias” justifica un conflicto militar y ofreciendo conversar con Trump para coordinar la lucha antidrogas. Sin embargo, la vicepresidenta Delcy Rodríguez emitió una advertencia más dura, afirmando que si EE.
UU. agrede a Venezuela, “seremos su peor pesadilla”.
En resumenLa respuesta de Nicolás Maduro a la presión estadounidense combina una dura retórica de resistencia, amenazando con una “lucha armada” y movilizando a sus milicias, con llamados ambivalentes al diálogo. Esta estrategia busca proyectar fuerza interna y disuadir una intervención, al tiempo que prepara al país para un escenario de confrontación directa ante la escalada militar en el Caribe.