El incidente involucró al destructor de misiles guiados USS Jason Dunham, que formaba parte de la flotilla estadounidense desplegada para operaciones antinarcóticos. Según el Departamento de Defensa de EE.

UU., los cazas venezolanos, que se encontraban armados, realizaron un sobrevuelo a baja altura, en lo que fue interpretado como una “demostración de fuerza innecesaria y peligrosa”. En un comunicado oficial, el Pentágono advirtió al “cártel que gobierna Venezuela que no siga intentando obstruir, disuadir ni interferir con las operaciones antinarcóticos y antiterroristas llevadas a cabo por el Ejército estadounidense”.

La acción venezolana fue vista como un intento deliberado de interferir con las operaciones de vigilancia y control contra los carteles de la droga. El sobrevuelo ocurrió pocos días después del ataque estadounidense a una presunta narcolancha procedente de Venezuela, lo que sugiere que la maniobra aérea pudo ser una respuesta directa a dicha acción. Este cruce de acciones militares eleva el riesgo de un error de cálculo que podría derivar en una confrontación armada. La comunidad internacional observa con atención este pulso de poder, que convierte al Caribe en un escenario de potencial conflicto directo entre las fuerzas militares de ambos países.