El presidente Donald Trump ha calificado esta movilización como una “posición estratégica”.

La respuesta de Caracas ha sido contundente.

El presidente Nicolás Maduro denunció la presencia de “ocho barcos con 1.200 misiles” apuntando hacia su país, calificando el despliegue como una “amenaza extravagante, inmoral, injustificable y absolutamente criminal” y la “más grande amenaza que se haya visto en el continente en los últimos cien años”. El gobierno venezolano rechaza el pretexto de la lucha antinarcóticos, argumentando que es una “cortina de humo” para justificar una intervención militar motivada por el interés en el petróleo venezolano. El canciller Yván Gil advirtió que la introducción de un submarino nuclear viola el Tratado de Tlatelolco, que declara a la región como zona libre de armas nucleares.