Sin embargo, el gobierno venezolano rechazó categóricamente la versión estadounidense. El presidente Nicolás Maduro calificó el ataque como una “agresión imperialista” y un pretexto para violar la soberanía regional. Funcionarios de su gobierno, incluido el ministro de propaganda Freddy Ñáñez, acusaron a Washington de fabricar el video del ataque utilizando inteligencia artificial, calificándolo como una “ridícula cortina de humo” y un montaje para justificar una futura intervención militar. Este incidente representa la primera confrontación militar directa de esta naturaleza en el marco de la reciente escalada, llevando la crisis bilateral a un nuevo y peligroso nivel de confrontación que ha sido condenado por algunos líderes regionales, mientras que otros lo ven como una acción necesaria contra el crimen transnacional.