El Gobierno de Estados Unidos ha elevado significativamente la recompensa por información que conduzca a la captura de Nicolás Maduro, situándola en 50 millones de dólares. Esta medida, acompañada de la instalación de vallas publicitarias en países vecinos como Colombia y Ecuador, intensifica la presión personal sobre el líder venezolano y su círculo cercano, tratándolo como un prófugo de la justicia. La decisión de aumentar la recompensa, que previamente era de 15 millones de dólares, se enmarca en la acusación formal de Washington contra Maduro por “narcoterrorismo”, señalándolo como el presunto líder del Cartel de los Soles. La estrategia no se ha limitado a los canales oficiales, sino que ha adoptado una faceta de campaña pública. Se reportó la instalación de una valla con la oferta de recompensa en Villa del Rosario, del lado colombiano de la frontera, aunque fue retirada rápidamente por las autoridades locales por falta de permisos. De manera similar, activistas venezolanos desplegaron pancartas con la misma información en el centro financiero de Quito, Ecuador.
El gobierno venezolano ha calificado la oferta como “patética y ridícula”. Por su parte, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha cuestionado la narrativa estadounidense, afirmando que el Cartel de los Soles “no existe” y es una “excusa ficticia de la extrema derecha”. Esta táctica de presión pública busca erosionar la legitimidad de Maduro, presentándolo internacionalmente no como un jefe de Estado, sino como un líder criminal por cuya cabeza se ofrece una suma millonaria.
En resumenAl aumentar la recompensa por Nicolás Maduro a 50 millones de dólares y publicitarla en países vecinos, Estados Unidos intensifica su campaña para criminalizar y deslegitimar al líder venezolano. Esta estrategia busca presentarlo como un jefe narcoterrorista y no como un presidente, aunque ha generado rechazo por parte del gobierno venezolano y escepticismo de otros líderes regionales como el presidente de Colombia.