En respuesta al despliegue naval estadounidense, el presidente Nicolás Maduro denunció la presencia militar como la “amenaza más grande que se haya visto en el continente en los últimos cien años” y advirtió que Venezuela se declararía “en armas” ante una agresión. Esta postura eleva el tono del conflicto a una posible confrontación bélica, evocando momentos históricos de alta tensión en la región. Durante una rueda de prensa con medios internacionales, Maduro detalló la magnitud de la fuerza estadounidense, afirmando que “ocho barcos con 1.200 misiles y un submarino apuntan a Venezuela”, calificando la situación de “amenaza extravagante, inmoral, injustificable y absolutamente criminal”. Comparó el escenario actual con la crisis de los misiles en Cuba de 1962.
Su advertencia fue categórica: “Si Venezuela fuera agredida, pasaría inmediatamente al período de lucha armada en defensa del territorio nacional”.
Esta respuesta se enmarca en una estrategia de “máxima preparación” que combina la vía diplomática, con denuncias ante la CELAC, y una fase defensiva que incluye la movilización de la Fuerza Armada y las milicias. Maduro también apuntó directamente al secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, a quien acusó de ser un “señor de la guerra” que busca “manchar al presidente Trump con la sangre del pueblo venezolano”. Con este discurso, el gobierno venezolano busca consolidar una narrativa de resistencia ante una agresión imperialista, al tiempo que prepara al país para un posible conflicto.
En resumenNicolás Maduro ha respondido al despliegue naval de EE. UU. con una retórica de máxima alerta, calificándolo como la “mayor amenaza en un siglo” y amenazando con una “lucha armada” en caso de agresión. Su estrategia busca movilizar el apoyo interno y presentar a Venezuela como víctima de una inminente intervención imperialista, elevando significativamente la tensión en la región.