UU. evidencia un poderío militar significativo.

Según los informes, está compuesta por al menos siete u ocho buques de guerra, entre los que se incluyen destructores de misiles guiados de la clase Arleigh Burke como el USS Gravely, USS Jason Dunham y USS Sampson, y el crucero lanzamisiles USS Lake Erie. Además, la fuerza incluye buques de asalto anfibio como el USS Iwo Jima y un submarino de propulsión nuclear, el USS Newport News, junto a un contingente de más de 4.000 efectivos, incluyendo 2.200 infantes de marina. La justificación oficial de Washington es la lucha contra el narcotráfico, con un enfoque particular en las rutas que presuntamente se originan en Venezuela y son operadas por organizaciones como el Cartel de los Soles. Sin embargo, la magnitud y la capacidad ofensiva de la flota, que incluye misiles Tomahawk capaces de alcanzar objetivos estratégicos en tierra, han llevado a que el despliegue sea interpretado como una herramienta de presión geopolítica y una clara advertencia militar al gobierno de Nicolás Maduro, transformando al Caribe en un epicentro de confrontación geopolítica.