El gobierno de Colombia, bajo la presidencia de Gustavo Petro, ha adoptado una postura compleja y multifacética frente a la crisis, liderando la respuesta diplomática regional a través de la CELAC, al tiempo que ha generado controversia al negar públicamente la existencia del "Cartel de los Soles", alineándose con la narrativa de Caracas. Como presidente pro tempore de la CELAC, Colombia convocó una reunión de cancilleres para buscar una salida dialogada. Simultáneamente, Petro ha advertido a Estados Unidos sobre los riesgos de una intervención, afirmando que una invasión a Venezuela la convertiría en "una Siria". Sin embargo, la declaración más polémica del mandatario fue a través de la red social X, donde afirmó que "el cartel de los soles no existe, es la excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no les obedecen". Según Petro, el narcotráfico en la zona es controlado por una "Junta del narcotráfico" con capos en Europa y Medio Oriente.
Esta afirmación contradice directamente la principal justificación de Estados Unidos para su despliegue militar. Al mismo tiempo, Maduro ha agradecido a Petro por el despliegue de 25.000 soldados colombianos en la frontera del Catatumbo, enmarcado en una operación de seguridad binacional, lo que evidencia un nivel de cooperación militar entre ambos países que genera suspicacias en EE.
UU.
La postura de Petro refleja un delicado equilibrio diplomático: busca evitar un conflicto bélico en su frontera y mantener la cooperación con Maduro, pero arriesga tensionar su relación con su aliado estratégico, Estados Unidos.
En resumenLa posición de Colombia es ambivalente: mientras promueve el diálogo regional para la desescalada, el presidente Petro ha negado la existencia del "Cartel de los Soles", socavando la justificación de EE. UU. y mostrando una creciente cooperación en seguridad con el gobierno de Maduro.