La magnitud de la fuerza desplegada ha sido comparada por analistas con la utilizada durante la invasión a Panamá en 1989 para derrocar a Manuel Antonio Noriega. Aunque el Pentágono ha mantenido hermetismo sobre los detalles operativos, alegando seguridad, la composición de la flota, que incluye capacidades de asalto anfibio y ataque de largo alcance, sugiere una postura que va más allá de la simple interdicción de narcóticos, siendo interpretada por Caracas y otros actores regionales como una clara medida de presión militar y una amenaza directa a la soberanía venezolana.
