En medio de la escalada con Estados Unidos, Venezuela ha buscado activamente el respaldo de sus aliados estratégicos, China y Rusia. Ambas potencias han expresado su oposición al despliegue militar estadounidense y han reafirmado su apoyo político a la soberanía de Caracas, posicionándose como un contrapeso a la influencia de Washington en la región. China ha sido explícita en su rechazo a la movilización naval. La portavoz del Ministerio de Exteriores, Mao Ning, declaró que su país “se opone al uso o la amenaza del uso de la fuerza en las relaciones internacionales” e instó a Estados Unidos a contribuir a la paz en América Latina. Simbólicamente, el presidente Maduro reveló que se comunica directamente con su homólogo Xi Jinping a través de un teléfono satelital Huawei, un regalo del mandatario chino, lo que refuerza la imagen de una alianza sólida.
Por su parte, Rusia también ha manifestado su apoyo.
El ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, en una conversación telefónica con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, aseguró que Moscú apoyará a Caracas en su defensa de la soberanía nacional y la estabilidad institucional. A pesar de estas declaraciones, analistas internacionales señalan que el apoyo de ambas potencias es principalmente político y económico.
No se espera que ni China ni Rusia estén dispuestas a una confrontación militar directa con Estados Unidos en el Caribe para defender a Venezuela.
Su respaldo busca proteger sus inversiones estratégicas, especialmente en el sector energético, y mantener un aliado en una región de alta influencia estadounidense.
En resumenLa intervención de China y Rusia convierte la tensión bilateral entre EE. UU. y Venezuela en un escenario de competencia geopolítica global. Aunque su apoyo brinda a Maduro un importante respaldo diplomático y económico, su alcance militar en el hemisferio occidental es limitado.