Entre los países que han mostrado su apoyo a Estados Unidos se encuentra Trinidad y Tobago, cuya primera ministra, Kamla Persad-Bissessar, declaró que si Venezuela ataca a Guyana, su país proporcionará acceso territorial a las fuerzas estadounidenses “sin dudar”.
Asimismo, los gobiernos de Argentina, Ecuador y Paraguay se alinearon con Washington al declarar oficialmente al Cartel de los Soles como una organización terrorista.
Francia también ha reforzado su presencia militar en Guadalupe, en una acción coordinada con la estrategia estadounidense en la zona. En el lado opuesto, los gobiernos de México, Cuba y Bolivia, así como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), han rechazado la operación militar.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, afirmó: “No al intervencionismo.
Eso, para los mexicanos, no solo es convicción, sino que está en la Constitución”.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, calificó el despliegue como una “demostración de fuerza imperial” y acusó a EE. UU. de usar la lucha contra el narcotráfico como pretexto para sus “ambiciones hegemónicas”. Esta división pone en riesgo la declaración de América Latina y el Caribe como “Zona de Paz”, un compromiso adoptado por la CELAC en 2014 para resolver conflictos de manera pacífica.