En un acto cargado de simbolismo histórico, el presidente Nicolás Maduro leyó en la Asamblea Nacional una proclama del dictador venezolano Cipriano Castro de 1902, generando confusión inicial sobre una posible renuncia o la liberación de presos políticos. El discurso, que incluía frases como “¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la Patria!… Me retiraré de las nostalgias del poder”, fue interpretado por algunos como un anuncio de su salida. Sin embargo, rápidamente se aclaró que Maduro estaba citando un texto de hace más de un siglo, pronunciado en un contexto en el que potencias europeas bloquearon navalmente a Venezuela.
La elección de esta proclama no fue casual. Maduro utilizó el paralelismo histórico para enmarcar el actual despliegue naval de Estados Unidos como una agresión imperialista similar a la de principios del siglo XX, presentándose a sí mismo como un defensor de la soberanía nacional. La oposición interpretó el gesto como una “cortina de humo”, un mensaje cifrado para desviar la atención de la crisis interna y del desafío militar que representa la presencia de buques de guerra estadounidenses. Este acto retórico se inscribe en la estrategia del chavismo de recurrir a la historia y a figuras nacionalistas para construir una narrativa de resistencia. Al evocar a Cipriano Castro, Maduro busca legitimar su postura de confrontación con Washington, presentándola no como una decisión personal, sino como la continuación de una larga lucha histórica de Venezuela por su independencia.
En resumenNicolás Maduro generó confusión al leer una proclama de 1902 que sugería su renuncia, pero el acto fue un movimiento simbólico para comparar la actual presión de Estados Unidos con agresiones históricas. La oposición lo calificó como una maniobra distractora, mientras el oficialismo lo usó para reforzar su narrativa de resistencia antiimperialista.