En respuesta directa a la presencia militar estadounidense en el Caribe, el gobierno de Nicolás Maduro ha activado una serie de contramedidas militares para defender su soberanía. Las acciones incluyen el despliegue de 15.000 efectivos de las fuerzas armadas en la frontera con Colombia y el patrullaje de sus aguas territoriales con buques de la Armada y drones. El presidente Maduro ha enmarcado estas acciones como una demostración de la capacidad defensiva del país, declarando enfáticamente que “a Venezuela nadie la toca” y que su sistema de defensa se encuentra desplegado “las 24 horas del día con capacidad de combate y lucha armada”. Además de la movilización de tropas regulares, Maduro ha hecho un llamado masivo para el alistamiento de civiles en la Milicia Bolivariana, un cuerpo adscrito a la Fuerza Armada, con el objetivo de alcanzar 4,5 millones de efectivos.
Se han organizado jornadas de inscripción en plazas públicas y cuarteles, a las que han acudido empleados públicos, jubilados y simpatizantes del chavismo. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, detalló que el refuerzo en la frontera con Colombia, que comprende un frente de 851 kilómetros, busca “combatir todas las mafias del narcotráfico”.
Esta respuesta militarizada se alinea con la narrativa oficial antiimperialista, utilizando la amenaza externa para cohesionar a sus bases y proyectar una imagen de fortaleza y resistencia nacional.
En resumenEl gobierno venezolano ha respondido al despliegue naval estadounidense con una significativa movilización militar propia, incluyendo 15.000 soldados en la frontera con Colombia y un llamado masivo a las milicias civiles. Estas acciones buscan proyectar una imagen de defensa soberana y resistencia frente a lo que considera una agresión imperialista.