Fuentes del Pentágono han señalado que la operación busca contrarrestar las amenazas de organizaciones catalogadas como “narcoterroristas”. La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, afirmó que el presidente Donald Trump “está preparado para usar todos los elementos del poder estadounidense para detener la inundación de drogas en nuestro país” y calificó al gobierno de Maduro como “un cartel narcoterrorista”. Analistas y medios internacionales comparan la magnitud del despliegue con la operación que derrocó al dictador panameño Manuel Noriega en 1989, lo que ha generado especulaciones sobre las verdaderas intenciones de Washington, que van desde una disuasión calibrada hasta la preparación para una posible intervención militar directa o ataques selectivos contra infraestructura clave del narcotráfico. Esta demostración de fuerza se enmarca en una estrategia de “presión máxima” que combina la coerción militar con sanciones económicas y acciones judiciales, reconfigurando el tablero geopolítico en el hemisferio occidental.