El gobierno del presidente Gustavo Petro ha intentado mantener un difícil equilibrio.

Por un lado, busca la cooperación con Venezuela, como lo demuestra la creación de una “Zona Económica Especial Binacional” para fomentar el comercio y la seguridad. Por otro, enfrenta la presión de su aliado estratégico, Estados Unidos.

La postura de Petro ha sido crítica con el despliegue militar estadounidense, calificándolo como una “agresión contra Latinoamérica”. Además, su negación pública de la existencia del “Cartel de los Soles” lo ha puesto en una posición incómoda frente a Washington. Un colapso en Venezuela no solo agravaría la crisis humanitaria en Colombia, sino que también podría alterar el panorama político interno, especialmente con las elecciones de 2026 en el horizonte.

La capacidad de Bogotá para blindar sus fronteras y mantener una diplomacia audaz será clave para evitar ser arrastrado al fuego cruzado.