La estrategia de Estados Unidos contra Venezuela ha escalado al plano judicial con acusaciones directas que señalan al presidente Nicolás Maduro y a altos funcionarios de su gobierno, como Diosdado Cabello, de liderar una organización narcoterrorista denominada “Cartel de los Soles”. Esta narrativa se ha convertido en la justificación central para el despliegue militar, las sanciones económicas y la oferta de recompensas millonarias. Según Washington, el Cartel de los Soles, cuyo nombre alude a las insignias de los generales venezolanos, ha convertido al Estado en una estructura criminal para el tráfico de toneladas de cocaína. El director de la DEA, Terry Cole, afirmó que “Venezuela se ha convertido en un estado narcoterrorista” que colabora con grupos armados colombianos como las disidencias de las FARC y el ELN. En julio de 2025, el Departamento del Tesoro de EE. UU. designó formalmente al cartel como una organización terrorista global, lo que permite la congelación de activos y el uso de capacidades militares en su contra. Estas acusaciones se basan en supuestas evidencias de decomisos, registros de vuelos y comunicaciones interceptadas.
Sin embargo, la existencia del cartel ha sido negada categóricamente por el gobierno venezolano. Sorprendentemente, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, también desestimó las acusaciones, calificando al Cartel de los Soles como “una ficción creada por la extrema derecha para derribar gobiernos que no les obedecen”. Esta postura lo distancia de Washington y lo alinea con Maduro en este punto específico, añadiendo una capa de complejidad al panorama regional.
En resumenLa acusación de que Maduro lidera el 'Cartel de los Soles' es la piedra angular de la estrategia de 'máxima presión' de EE. UU., proporcionando una justificación legal para sus acciones coercitivas, a pesar de que la existencia del cartel es negada por el gobierno venezolano y por aliados regionales como el presidente de Colombia.