De manera significativa, advirtió que si Venezuela ataca a Guyana, su país proporcionaría acceso territorial a las fuerzas estadounidenses.

Por otro lado, Cuba denunció la presencia militar como parte de una “agenda corrupta” y exigió que se respete la región como “zona de paz”. China también expresó su rechazo al uso de la fuerza y a la injerencia externa. El asesor de Asuntos Internacionales de Brasil, Celso Amorim, manifestó su “preocupación” por la movilización, aunque aclaró que su país no reconoce a Maduro como presidente legítimo. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reafirmó la postura de “no al intervencionismo”.

El presidente colombiano Gustavo Petro calificó la operación como una “agresión contra Latinoamérica y el Caribe”.

La Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) también ha respaldado a Venezuela, consolidando un bloque de rechazo a la acción estadounidense. Esta división de opiniones refleja la compleja dinámica geopolítica de la región, donde las alianzas y los intereses nacionales determinan las respuestas ante la creciente presión de Washington sobre Caracas.