Aliados de Venezuela, como los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA), China e Irán, han manifestado su apoyo a Caracas y han condenado las acciones estadounidenses. El Ministerio de Exteriores chino expresó su rechazo al uso de la fuerza y advirtió contra la “injerencia externa”. Cuba denunció la operación como parte de una “agenda corrupta”. En la región, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, reafirmó la postura de su país en contra de cualquier intervención militar. Por su parte, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha mantenido una postura crítica, calificando la operación como “una agresión contra Latinoamérica y el Caribe” y advirtiendo sobre el riesgo de convertir a Venezuela en “otra Siria”. Sin embargo, su gobierno también reconoce la cooperación con Estados Unidos en la lucha antinarcóticos, lo que lo sitúa en una encrucijada diplomática.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ha hecho un llamado a ambas partes para “resolver sus diferencias por medios pacíficos”, reflejando la preocupación global por una posible escalada del conflicto.













