Es un cartel del narcotráfico”.
Añadió que el presidente Trump “está preparado para utilizar todos los recursos del poder estadounidense para detener que las drogas inunden nuestro país y llevar a los responsables ante la justicia”.
Esta declaración no solo respalda las acusaciones de la DEA, sino que también enmarca la crisis venezolana no como un asunto diplomático entre Estados, sino como una operación contra una organización criminal transnacional. Este enfoque justifica la aplicación de medidas extraordinarias, como el despliegue militar en el Caribe y las recompensas por la captura de altos funcionarios, eludiendo los protocolos tradicionales de las relaciones internacionales. El gobierno venezolano ha respondido calificando estas declaraciones como “amenazas injerencistas” que ponen en riesgo la “paz y estabilidad de la región” y revelan una “falta de credibilidad” por parte de Washington. La dureza del lenguaje empleado por la Casa Blanca sugiere que la vía diplomática ha sido descartada en favor de una estrategia de presión coercitiva, lo que aumenta la incertidumbre sobre los próximos pasos de Estados Unidos.













