Esta narrativa ha sido respaldada por la Casa Blanca y repetida por altos funcionarios para legitimar las acciones contra Caracas, incluyendo el despliegue naval y las recompensas millonarias. Por su parte, el gobierno venezolano ha rechazado categóricamente estas acusaciones.

El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, negó la existencia de campamentos guerrilleros en territorio venezolano, mientras que la vicepresidenta Delcy Rodríguez fue más allá, acusando a la DEA de ser el “mayor cartel de drogas que existe en el mundo”. Este cruce de acusaciones refleja la profunda brecha y la guerra de narrativas entre ambas naciones, donde Estados Unidos utiliza el argumento del narcotráfico para justificar su política de máxima presión, y Venezuela lo descalifica como una excusa para el intervencionismo.