El gobierno presenta esta movilización como un escudo popular, con miles de simpatizantes y empleados públicos acudiendo a plazas y cuarteles para registrarse. Sin embargo, la oposición y analistas internacionales cuestionan tanto la cifra de 4,5 millones de efectivos, considerándola irreal, como la verdadera capacidad operativa de esta fuerza. Críticos señalan que la milicia funciona más como un instrumento de control social y político para el chavismo que como una fuerza de defensa convencional, y que su movilización es una maniobra para desviar la atención de la crisis interna y cohesionar a sus bases en torno a una narrativa nacionalista.