La respuesta de Caracas fue inmediata y contundente. La vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, acusó a la agencia estadounidense de ser el “mayor cartel de drogas que existe en el mundo”. Esta afirmación se alinea con un argumento expuesto en un programa televisivo mexicano, citado en uno de los artículos, que sostiene que Estados Unidos no solo es el principal consumidor de drogas, sino que se beneficia y regula los circuitos de producción, tráfico y lavado de dinero. Según esta perspectiva, agencias como la DEA han estado implicadas en operaciones que, bajo el pretexto de combatir el narcotráfico, han facilitado el flujo de dinero ilícito hacia el sistema financiero estadounidense. Este cruce de señalamientos evidencia la profunda desconfianza y la utilización del discurso antinarcóticos como un arma política en el conflicto bilateral.