Esta estrategia de incentivos financieros busca generar fisuras dentro del círculo de poder chavista, esperando que alguien cercano proporcione información clave sobre los movimientos del mandatario. La extradición desde Venezuela es considerada imposible, por lo que la captura dependería de una detención fuera del país o de una operación directa. Analistas señalan que, con estas recompensas sobre la mesa, la lealtad dentro del oficialismo venezolano se pone a prueba, planteando un dilema entre la fidelidad al régimen y la posibilidad de obtener una suma millonaria y sobrevivir políticamente.

En respuesta, Maduro ha calificado las acciones como parte de un “refrito podrido” de amenazas.