Estas posturas reflejan la complejidad del panorama geopolítico regional y el temor a una escalada del conflicto.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, adoptó una postura cautelosa pero firme, advirtiendo a Estados Unidos que “están en la olla si piensan que invadiendo resuelven su problema”. Petro sugirió que una intervención militar podría convertir a Venezuela en “otra Siria”, desatando una crisis de seguridad y migración de grandes dimensiones con repercusiones directas en la frontera colombiana. Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, fue categórica en su rechazo, afirmando: “No al intervencionismo. Eso no solamente es convicción, sino que está en la Constitución”. Su declaración subraya la tradicional política exterior mexicana de no intervención. Desde Brasil, Celso Amorim, asesor para Asuntos Internacionales del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, manifestó la “preocupación” de su gobierno por la movilización naval estadounidense.
Cuba también se pronunció, acusando a Washington de tener una “agenda corrupta” y exigiendo que se respete la región como una “zona de paz”.
El expresidente colombiano Ernesto Samper se sumó a las críticas con un mensaje directo a Donald Trump: “Saque sus manos de América Latina”.
Estas diversas reacciones indican que, si bien existe un amplio cuestionamiento al gobierno de Maduro en la región, una intervención militar estadounidense no contaría con un respaldo unánime y podría generar una fuerte oposición diplomática.