La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, adoptó una postura firme al declarar “No al intervencionismo”, un principio anclado en la constitución de su país. De manera similar, el gobierno de Cuba calificó la presencia militar estadounidense en el Caribe como parte de una “agenda corrupta” del secretario de Estado, Marco Rubio, y exigió que se respete la región como una “zona de paz”. Por otro lado, el gobierno de Ecuador, bajo la presidencia de Daniel Noboa, ha mostrado una clara alineación con la estrategia de Washington. Siguiendo los pasos de la administración Trump, Ecuador declaró oficialmente al “Cartel de los Soles” como una organización terrorista, adoptando la misma terminología y marco de amenaza que Estados Unidos. Esta decisión posiciona a Ecuador como un aliado clave de EE.
UU. en su campaña de presión contra el gobierno de Maduro. Estas posturas divergentes reflejan la falta de un consenso regional sobre cómo abordar la situación venezolana, evidenciando una fractura en la diplomacia latinoamericana frente a la política de máxima presión de la Casa Blanca.