En un movimiento de aparente distensión regional y profundización de su alianza con Colombia, Nicolás Maduro ordenó la activación de la primera zona económica especial binacional. La iniciativa, que busca fomentar el comercio y la cooperación en la frontera, es vista con escepticismo por analistas debido a los riesgos de seguridad. En un acto televisado, Nicolás Maduro anunció que “ha llegado el momento” de activar la primera de las tres zonas económicas binacionales acordadas con Colombia. Denominada ‘Zona de Paz, Unión y Desarrollo’, esta área comprende los estados venezolanos de Zulia y Táchira y el departamento colombiano de Norte de Santander, un corredor fronterizo de 2.200 kilómetros.
El objetivo declarado es fortalecer la “movilidad, conexión, transporte, comercio” y, simultáneamente, “redoblar la lucha directa contra las bandas violentas y criminales”.
Sin embargo, esta iniciativa surge en un contexto de máxima tensión con Estados Unidos y es percibida por algunos analistas como una medida de alto riesgo estratégico. Un artículo advierte que la libre circulación de personas y mercancías en esta zona podría transformarla en un “santuario para el contrabando, la minería ilegal, el narcotráfico y tráfico de armas”, especialmente si las estructuras estatales continúan al servicio de economías ilícitas. La postura del presidente colombiano, Gustavo Petro, añade complejidad, ya que, si bien apoya la lucha contra el narcotráfico, insiste en el respeto a la soberanía, creando un delicado equilibrio diplomático entre sus relaciones con Washington y Caracas.
En resumenNicolás Maduro ha ordenado la activación de una zona económica conjunta con Colombia para fomentar el comercio y la paz, pero la iniciativa genera preocupación por la posibilidad de que se convierta en un corredor para actividades ilícitas, complicando el panorama de seguridad regional en medio de las tensiones con Estados Unidos.