El gobierno de Nicolás Maduro ha respondido diplomáticamente al despliegue militar estadounidense, calificándolo como un acto de “desesperación” y una amenaza que pone en riesgo la estabilidad de América Latina. Caracas acusa a Washington de violar las normas internacionales y de buscar desestabilizar la región. La respuesta oficial de Venezuela se ha articulado en torno a la denuncia del intervencionismo y la defensa de la soberanía. A través de un comunicado, el gobierno venezolano catalogó las acciones de Estados Unidos como una muestra de “desesperación” y advirtió que “ponen en riesgo la zona de paz de la Comunidad de Estados Latinoamericanos” (CELAC). Esta postura busca posicionar a Venezuela como víctima de una agresión imperialista y apelar a la solidaridad regional contra lo que considera una violación del derecho internacional.
Figuras clave del chavismo han reforzado este mensaje.
La vicepresidenta Delcy Rodríguez desestimó las acusaciones y la incautación de bienes como un “ridículo y barato show”. Por su parte, el ministro de Interior y Justicia, Diosdado Cabello, negó la existencia del “Cartel de los Soles”, calificándolo como un “invento” de Washington para justificar sus acciones.
El propio Nicolás Maduro ha adoptado una postura desafiante, declarando: “Nuestros mares, nuestros cielos y nuestras tierras las defendemos nosotros.
Ningún imperio va a venir a tocar suelo sagrado de Venezuela”.
Con esta narrativa, el gobierno venezolano intenta contrarrestar la presión estadounidense, presentándola como una amenaza no solo para su país, sino para la estabilidad de todo el continente.
En resumenEl gobierno venezolano ha rechazado categóricamente las acciones de Estados Unidos, calificándolas de agresión imperialista y una amenaza para la paz en América Latina. A través de comunicados oficiales y declaraciones de altos funcionarios, Caracas busca consolidar una narrativa de víctima para ganar apoyo regional y deslegitimar la ofensiva de Washington.