Funcionarios de la Casa Blanca y miembros del Congreso de Estados Unidos han emitido contundentes declaraciones públicas advirtiendo sobre la inminencia de acciones contra el gobierno venezolano. Estos mensajes refuerzan la postura de máxima presión de la administración Trump. La ofensiva estadounidense contra el régimen de Nicolás Maduro ha sido respaldada por un coro de voces influyentes en Washington que proyectan un final inminente para el gobierno chavista. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, declaró que el presidente Trump está preparado para “usar todo su poder” y “cada elemento del poder americano” para llevar a los responsables del narcotráfico ante la justicia.
Desde el Congreso, las advertencias han sido igualmente directas.
El senador republicano de origen colombiano Bernie Moreno afirmó categóricamente que no ve a Maduro en el cargo “más allá de finales de este año”, argumentando que Estados Unidos “no tolerará a un narcoterrorista”. En la misma línea, el congresista Carlos Giménez, en una entrevista con Univisión, advirtió que “Nicolás Maduro tiene los días contados”. A estas voces se suma la de la congresista María Elvira Salazar, quien calificó a Maduro y a Diosdado Cabello como “narco-terroristas” y sentenció que “sus días están contados”. Esta campaña de declaraciones coordinadas desde el poder ejecutivo y legislativo busca crear una atmósfera de presión psicológica y política, enviando un mensaje claro tanto a Caracas como a la comunidad internacional sobre la determinación de la administración Trump de forzar un cambio en Venezuela.
En resumenA través de declaraciones contundentes y coordinadas, altos funcionarios del gobierno y del Congreso de EE. UU. han creado una narrativa de presión máxima, afirmando que el fin del gobierno de Nicolás Maduro es inminente y que Washington está dispuesto a utilizar todos sus recursos para lograrlo.