La consolidación de un bloque opositor de derecha unificado para las elecciones de 2026 enfrenta serios obstáculos debido a profundas divisiones y luchas de poder internas. Una de las fracturas más visibles es el enfrentamiento público entre las precandidatas Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella, dos figuras prominentes de la derecha que no pertenecen al Centro Democrático. Dávila ha cuestionado públicamente a De la Espriella por su silencio ante preguntas sobre sus supuestas relaciones con personas vinculadas al régimen de Nicolás Maduro. "Quién busca ser presidente debe ser diáfano y más transparente que el agua", declaró Dávila en redes sociales, dejando constancia de la falta de respuesta de su rival.
Este choque personal amenaza con profundizar las divisiones y dispersar los apoyos en un sector que ya lucha por encontrar un candidato único.
A esta pugna se suma un debilitamiento en la estructura de la campaña de Vicky Dávila. Recientemente se conoció la salida de su gerente de campaña, Sandra Suárez, y su jefa de debate, Alicia Arango, ambas consideradas figuras estratégicas con un enfoque cercano al expresidente Álvaro Uribe. Estas bajas plantean interrogantes sobre la solidez de su candidatura y la capacidad de la derecha para articular un frente competitivo contra el petrismo, a pesar de los persistentes esfuerzos de acercamiento entre las distintas facciones.
En resumenLa derecha opositora se encuentra fragmentada por disputas personales, como la que protagonizan Vicky Dávila y Abelardo de la Espriella, y por reveses estratégicos, como la salida de figuras clave de la campaña de Dávila. Estas divisiones complican seriamente la formación de una coalición unificada y sólida para las elecciones presidenciales de 2026.