El proceso de selección del candidato presidencial del Centro Democrático ha generado una crisis interna, marcada por acusaciones de falta de transparencia y la revelación de que la cúpula del partido tendrá la última palabra. La tensión estalló con una carta de Miguel Uribe Londoño, uno de los aspirantes, dirigida al director del partido, en la que manifestó su inconformidad con el proceso y denunció "vetos y sesgos". En la misiva, Uribe Londoño se quejó de haber sido tildado de "antiético" en una reunión de precandidatos y exigió que la grabación del encuentro fuera entregada al expresidente Álvaro Uribe.
"No estoy dispuesto a tener que soportar otras reuniones en las que (...) se dediquen las mismas únicamente a intentar manchar mi honorabilidad", agregó.
La controversia se intensificó con la revelación de un acta confidencial firmada en agosto por los cinco precandidatos: María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Paola Holguín, Andrés Guerra y el propio Uribe Londoño.
Dicho documento establece que, aunque se realizará una encuesta para medir a los aspirantes, el ganador no será necesariamente el candidato del partido. La decisión final recaerá en el expresidente Álvaro Uribe y el director del partido, Gabriel Vallejo. Esta cláusula ha generado polémica, ya que supedita el resultado de la medición popular a una decisión de la dirigencia. La senadora Cabal afirmó que esta facultad solo se aplicaría si no hay consenso entre los precandidatos, una condición que no se menciona explícitamente en el acta revelada.
En resumenEl Centro Democrático enfrenta divisiones internas en la antesala de la elección de su candidato presidencial, programada para el 28 de noviembre. Las denuncias de un precandidato y la revelación de que la decisión final no dependerá exclusivamente de la encuesta interna han puesto en duda la transparencia del proceso y evidencian una lucha de poder dentro del partido.