Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos atraviesan uno de sus momentos más críticos, marcado por una escalada de acusaciones directas entre los presidentes Gustavo Petro y Donald Trump. El mandatario estadounidense ha arremetido en repetidas ocasiones contra su homólogo colombiano, calificándolo de “matón y un mal tipo”, “líder del narcotráfico” y acusándolo de convertir a Colombia en una “guarida de drogas” donde se produce cocaína “en niveles que nunca hemos visto”. Como consecuencia directa, Trump anunció la suspensión de “todos los pagos a Colombia”, una medida que pone en jaque décadas de cooperación bilateral. La Casa Blanca endureció el tono al calificar a Petro de “desquiciado” y afirmar que no ve señales de desescalada.
El presidente Petro ha respondido con firmeza, negando las acusaciones y anunciando que se defenderá legalmente en Estados Unidos. “De las calumnias que me han lanzado en el territorio de los EEUU, altos funcionarios; me defenderé judicialmente con abogados estadounidenses en la justicia estadounidense”, declaró. Además, Petro ha acusado a Trump de intentar influir en las elecciones colombianas de 2026 para favorecer a la “extrema derecha”. El conflicto se enmarca en la ofensiva militar de Washington contra presuntas “narcolanchas” en el Caribe y el Pacífico, operativos que Petro ha calificado de “ejecuciones extrajudiciales” que violan la soberanía nacional. A pesar de la tensión, la Cancillería colombiana ha intentado mantener abiertos los canales de diálogo, reuniéndose con el encargado de negocios de EE.
UU. en Bogotá.
En resumenLa crisis diplomática entre Petro y Trump ha llegado a un punto crítico con la suspensión de la ayuda estadounidense y la amenaza de acciones legales. Este enfrentamiento verbal, centrado en la política antidrogas y la soberanía, debilita una alianza histórica y genera una profunda incertidumbre sobre el futuro de la cooperación bilateral.