Advirtió que si tras el actual "extremista de izquierda" llega uno de derecha, el resultado será un "país ingobernable" con mayores probabilidades de "estallidos sociales y bloqueos".

Su intervención fue interpretada como un movimiento para influir en la configuración del poder en 2026, buscando una alternativa tanto al petrismo como al uribismo.

La reacción de su sucesor y adversario político, Álvaro Uribe, fue inmediata, acusando a Santos de ser "el personaje central del engaño" y de haber entregado el país al terrorismo, financiado con Odebrecht y comprado el Congreso con "mermelada". Uribe cuestionó la legitimidad de Santos para hablar de centro, afirmando que sus políticas no representan ni moderación ni la "tercera vía".

Este nuevo enfrentamiento reaviva una de las rivalidades políticas más profundas del país, en un momento clave del calendario pre-electoral.