Petro, por su parte, ha endurecido su discurso, pidiendo a EE.

UU. “no entrometerse en la política interna de Colombia” y denunciando la descertificación en la lucha antidrogas como una “humillación”.

El conflicto también se ha extendido al ámbito militar, con Petro criticando los ataques de EE. UU. a presuntas “narcolanchas” en el Caribe, calificándolos de “asesinato” de “jóvenes pobres del Caribe” y no de “narcoterroristas”.

Además, reveló que EE. UU. retiró 150 armas que custodiaban la Casa de Nariño, un acto que consideró “indigno”. Frank Mora, exfuncionario de Obama, afirmó que la relación “no va bien” y que Washington podría estar esperando a que pasen los próximos meses de intensa campaña política en Colombia, aunque advirtió que con Trump “aranceles y otras opciones podrían estar sobre la mesa”. Esta confrontación define un entorno de incertidumbre en la cooperación bilateral y se convierte en un eje de la narrativa política del gobierno Petro.