La medida fue una represalia directa por las declaraciones del mandatario en una manifestación pro-Palestina en Nueva York, donde instó a los soldados estadounidenses a desobedecer las órdenes del presidente Donald Trump, calificando sus acciones de “imprudentes e incendiarias”.
Este hecho, sin precedentes recientes para un jefe de Estado colombiano en ejercicio, generó un efecto dominó en su gabinete. Varios altos funcionarios, como la canciller Rosa Villavicencio, el ministro de Hacienda Germán Ávila, la superintendente Cielo Rusinque y el secretario jurídico de la Presidencia Augusto Ocampo, renunciaron voluntariamente a sus visas en un gesto de solidaridad. Otros, como el ministro de Minas Edwin Palma, el ministro de Igualdad Juan Carlos Florián y la directora del DAPRE Angie Rodríguez, también se quedaron sin el documento migratorio tras serles revocado directamente por Washington. El ministro del Interior, Armando Benedetti, incluso propuso que todo el gabinete renunciara a sus visas.
La respuesta del presidente Petro ha sido desafiante, afirmando que no le “importa” y que no necesita la visa estadounidense al poseer también la ciudadanía europea.
Además, acusó a EE.
UU. de violar las normas de inmunidad de la ONU y propuso cambiar la sede del organismo a un país “neutral”. Esta crisis es vista por analistas como un punto de inflexión que podría ser capitalizado por Petro para reforzar su narrativa antiimperialista de cara a las elecciones de 2026.